No sin mí….

Desde Respira Yoga continuamos hablando de otro de los obstáculos que puede afectar la práctica del yoga y por extensión, a toda nuestra vida.

Este mes nos centramos en Raga, nuestro apego.

De una manera más pura, Raga, significa para Patanjali el apego al placer. Fomentar y complacer los deseos, o creencias, por lo que podríamos decir que como el placer que tenemos, la seguridad de aferrarnos a  toda la estructura de creencias en la que sustentamos nuestra vida.

¿Cuánto apegados estamos a todo “lo nuestro”? Y con ello no me refiero a nuestra casa, coche, ropa de moda, el móvil,  ect.. esas cosas materiales en un momento dado, uno puede hacer cierta “limpieza” y nos desprendemos de la ropa que ya no nos ponemos o del móvil que ya no usamos, y nos «quedamos» con lo imprescindible, pero es un engaño aparente, puesto que, ¿qué pasa con los apegos más arraigados?, nuestros pensamientos, nuestras definiciones de lo que somos y de lo que la realidad, nuestra vida, nuestro pasado y futuro es. Son esos apegos lo que luego se ven representados en las demás actitudes.

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En la práctica de yoga podemos encontrarnos alumnos sobre todo al inicio de su enseñanza que formulan frases como: “es que yo no tengo flexibilidad”, “es que no soy buena para estas cosas”, “yo es que no sé relajarme”, “es que nunca llegaré a hacer asanas complicadas…” etc. Cada vez que categorizamos frases como éstas, le damos más poder a esas palabras y nos vamos limitando cada vez más nuestro mundo y nuestras paredes se vuelven más estrechas. Es verdad que muchas veces en nuestra vida no nos damos cuenta de todas las creencias arraigadas en nosotros.

En nuestras clases de yoga, a través de nuestro estar presente, nos hacemos conscientes de estos pensamientos que nos asaltan, los podemos observar, los podemos sonreír, dar aire y limpiarlos amorosamente.

Yo era una de aquellas personas que pensaba que jamás podría hacer Uttanasana, y cada vez que iba a clase, me enfrentaba a mi frustración, incluso mi enfado.. es verdad que poco a poco a través de las bases del yoga, fui quitándole poder a la exigencia y entonces empecé a conectar simplemente conmigo y disfrutar más de las clases. Un día, sin darme cuenta toqué el suelo con mis dedos, yo estaba inmersa en mi respiración y en la base postural y mi profesora vino a hacerme consciente de que lo había conseguido. Os confieso que me recorrió una gran emoción que hizo que se me saltaran las lágrimas, y lo que en aquel entonces lo vi como alegría, ahora veo que el fondo fue el darme cuenta de que había desmontado una creencia… porque  “Yo no iba a llegar a hacer ni siquiera Uttanasana”.

Si este ejemplo lo observamos en una clase de yoga donde de base se nos enseña la no exigencia en nosotros mismos, ¿nos podemos imaginar en otros aspectos de la vida? ¿Cuántas veces me digo, “yo no puedo…” “nunca podré…” “ soy ….”?

Diariamente nos arraigamos a creencias políticas, a creencias heredadas de nuestra línea familiar y de los que nos dicen personas con credibilidad para nosotros, nos apegamos a nuestros padres, a nuestros amigos (aunque alguno pueda ser poco recomendable) incluso a parejas solo por esas creencias que subyacen bajo nuestro ser.

¿Cómo te definirías? Tenemos tantas etiquetas sobre nosotros que ni somos conscientes. Todo ese conjunto de creencias y pensamientos conforman un baúl de lo que somos y de lo que las cosas son que es difícil soltar. Solemos encadenarnos a ellas porque sin ellas podríamos creer que no somos nadie, cuando nada más lejos de la realidad. Sin esas cadenas realmente seríamos más nosotros mismos.

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Yo llegué a realizar algunas posturas que no pensaba poder realizar y aún me cazo en muchas ocasiones en pensamientos sobre como soy, o como me creo que soy.

Como decía Patanjali, el hecho de hacernos conscientes de esos apegos, ya produce un cambio, produce una honestidad con nuestra esencia que sabe que somos pura luz y da la posibilidad de ver esos pensamientos con cierto amor para poder desprendernos de ellos, por eso es necesario estar en la plena consciencia, estar con los ojos y el corazón abiertos a nuestros pensamientos y nuestras acciones.

Cuanto más conscientes somos de nuestros apegos, más posibilidad tendremos de cambiar y más flexibles podremos ser, más honestos, más capas y corazas podemos dejar caer. Cuántas más creencias podamos ir soltándonos, quizás seamos más y más capaces de despojarnos ya no solo de lo superfluo, sino de mucho más ya

Os remito a que leáis el post de Ego, porque efectivamente nuestro Ego aferra esas creencias en nosotros, para protegernos lo que nos hace sentir incómodos y sobre todo no nos permite que se produzca el debate entre lo que es y lo que puede ser… y así mantenernos atados en su red, ya que si nos empezáramos a desprender de todas estas creencias, nos sentiríamos abiertos a todos los cambios, y claro, los cambios asustan. Pero, ¿Qué pasaría si no hubiera límites?, ¿Si nos permitiéramos ser una hoja en blanco, lista para empezar sin condicionamientos?

¿Cuáles son tus creencias más limitantes? ¿Eres consciente de ellas? ¿Te has sentido identificado con las palabras de este post?

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Namasté.

 

 

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